jueves, 20 de mayo de 2010
miércoles, 12 de mayo de 2010
Descripción de los sujetos de observación
En lo que respecta a la relación o interacción con otras personas, se veía que las personas que asistían a la iglesia no interactuaban con desconocidos, sino que iban específicamente a orar o rezar a Dios. En caso, fueran acompañados, se les veía comentar algo corto a sus acompañantes y luego, retomaban la concentración en su oración. En cuanto a su comunicación y demostraciones a Dios, había algunas que eran inusuales, mientras que otras se repetían en casi todas las personas. Las inusuales eran, por ejemplo, acercarse al altar de rodillas, traer arreglos florales, rezar en voz alta, acariciar la puerta de la iglesia (cuando estaba cerrada), hacer la señal de la cruz en sus ojos, etc. Entre las manifestaciones más comunes tenemos el persignarse al entrar al templo, orar en silencio y mirando a la imagen, posicionarse de rodillas cerca al altar, entre otros. Por lo general, las personas permanecían entre 10 y 15 minutos en el templo y luego, se retiraban, especialmente, aquellos que traían a sus hijos pequeños. A pesar de ello, algunas personas esperaban desde una hora antes en la entrada de la iglesia y apenas se abría el templo, los visitantes entraban rápidamente, mostrando su deseo de estar frente a la imagen y orar. Asimismo, notamos que había una larga cola en el área de atención de misas, lo cual refleja el valor que le atribuyen los fieles a esta celebración. También, había tres confesionarios atendiendo a los fieles, los cuales permanecían ocupados, lo que muestra la demanda de esta práctica.
Por otro lado, al salir de la iglesia existe un muro que contiene una réplica de la imagen del Señor de los milagros, la gente que transita por ahí y las personas que están esperando en el paradero contiguo se acercan y contemplan la imagen mientras que les dirigen sus oraciones.
Descripción y explicación de la estrategia de observación realizada
Una vez en el lugar, aproximadamente a las 11:10 a.m., decidimos iniciar observando el espacio y las estructuras que lo conformaban; comenzamos por observar la arquitectura de la iglesia durante unos 15 a 20 minutos. Esta iglesia constituye una bella edificación, que ha sido remodelada a raíz de las interminables destrucciones por las que ha pasado (terremotos, por ejemplo.) Luego, observamos el elemento principal de nuestra investigación: la imagen del Señor de los Milagros, en un muro que constituye el altar de la iglesia. Sin embargo, no pudimos hacerlo con total detenimiento ya que esperamos que nuestra llegada coincidiera con la realización de una misa, por lo que, por respeto a los devotos presentes y al padre que la dirigía, decidimos esperar.
Mientras esperábamos, decidimos separarnos en parejas, ya que habíamos decido utilizar en este estudio de observación la estrategia “estructurada”. Nos pareció pertinente convertirnos en observadoras encubiertas para así ponernos en el lugar de las otras personas y entender su postura ante ésta creencia. Para obtener información sobre la historia y comprender las prácticas hacia el Señor de los Milagros, nos comportamos de acuerdo a las personas devotas del Cristo y nos acercamos con devoción y fe a la iglesia a observar al Cristo crucificado, de paso que en momentos precisos nos acercábamos a personas que se entraban en la iglesia y buscábamos que nos comentaran sobre la razón de su asistencia y como se sentían al encontrarse frente al muro que denominan sagrado. Para poder profundizar más allá de las historias que se cuentan, y para poder recaudar vivencias, y saber el motivo de la inmensa fe que ellos ofrecían al Señor de los Milagros con más accesibilidad, no mencionamos que estabamos ahí con el objetivo de investigar, sino que nos mostramos parte de su misma tradición y creencias.
En primer lugar, dos de nuestras observadoras se sentaron en una de las bancas para integrarse a la misa que se estaba llevando a cabo. El objetivo de era poder observar la actitud de los devotos del Señor de los Milagros y las reacciones de estos al acercarse al altar, frente a la imagen del Cristo. Esta observación tendría una duración de unos 45 minutos por misa. Sin embargo, por respeto al padre que y a los devotos, no nos pareció pertinente sacar un cuaderno y tomar notas de los movimientos de cada persona que se acercaba al templo o de aquella que miraba con gran devoción la imagen dibujada.
Por otro lado, las otras dos observadoras se dedicaron a investigar sobre las diferentes versiones que tenían las personas, allegadas a la iglesia, del origen del Cristo Sagrado y la razón de su devoción por él. Para ello, se decidió realizar entrevistas. Primero, comenzaríamos por hacerles una pequeña conversación que incluían preguntas ya planificadas a las personas que se encontraban en la puerta de la iglesia. Luego, las mismas observadoras ingresaron a la tienda situada al lado de la iglesia, donde vendían artículos sagrados del Cristo morado. En esta tienda se encontraban tres personas detrás del modulo de venta, supimos que de ellos encontraríamos mucha información sobre los sucesos milagrosos ocurridos, sobre la devoción de las personas al Cristo y porque es tan tradicional la historia. Por último, frente a la iglesia de Las Nazarenas, en el Jr. Huancavelica se encuentran situados pequeños puestos de ventas de artículos del Señor de los Milagros, en donde también entablamos conversación con las vendedoras para recopilar más información.
Los medios que utilizamos para realizar las entrevistas fue una grabadora de voz (oculta) y un cuaderno (en donde apuntamos al final de haber observado todo). La estrategia que utilizamos para iniciar la recopilación fue la charla y en otras ocasiones la compra de pequeños artículos mientras que le sacabamos información a algunos comerciantes. Las personas con las que interactuamos amablemente nos exponían sus experiencias y los hechos milagrosos que ocurrían en este lugar. Cabe resaltar que para la recopilación de datos, una persona se convertía en observador, el cual luego en el cuaderno de apuntes colocaba las actitudes, la expresión y la forma de actuar de la persona entrevistada, la otra hacía lo mismo pero con respecto a la manera de comportarse de la gente que estaba dentro de la iglesia, otra persona se encargaba de grabar disimuladamente sin que la persona se diera cuenta de que su testimonio era grabado (para que no influenciara en la respuesta), la última persona entablaba la conversación con las preguntas añadidas en ésta.
Antecedentes
En 1650, en el barrio de Angola, situado en Pachacamác, se construyó una cofradía en donde se realizaban las juntas y reuniones de los pobladores provenientes de Angola que residían en ese lugar. Se cuenta que en ese espacio yacía un muro de adobe donde, un humilde esclavo, al que nunca se le identificó, retrató la imagen de un Cristo moreno. El 13 de noviembre de 1655, un fuerte terremoto azotó la ciudad de Lima, y en Pachacamac nada quedó en pie a excepción de aquel muro, éste no presentaba ninguna alteración. Como consecuencia de éste hecho los sobrevivientes empezaron a acudir a ésta imagen con mucha devoción. Desde 1670, se comenzó a fomentar el culto por Antonio de León, quien por medio de la adoración a la imagen sanó de un tumor maligno incurable; a partir de ahí la noticia recorrió la zona y se hizo costumbre reunirse los viernes a cantarle.
El 12 de septiembre de 1670 por orden del cura Laureno Mena, se dispuso a borrar la imagen. El pintor asignado para borrarla subió la escalera, pero lo sobrevino un desmayo. Ya recuperado, se puso nuevamente frente a la imagen dispuesto a realizar su labor y quedó momentáneamente paralizado, entonces bajó la escalera y renunció a realizar su trabajo. Luego, otro hombre decidió reemplazarlo y le sucedió lo mismo. Un tercer hombre subió, a éste se le hoyó decir que Cristo había movido los labios y que sus colores se habían avivado, por lo cual no la borraría. Después de lo sucedido, el Virrey visitó la imagen y decidió que esta debía mantenerse, coordinándose así una misa la que fue celebrada el 14 de septiembre (día de la exaltación de la Cruz).
Juan Quevedo y Zarate fue el encargado de proporcionarle a la imagen una ermita hecha de adobe. Cuando se ejecutaban las obras para encajonar y fortalecer estos muros de adobe, la única imagen que no sufrió fue la pintada en Pachacamac.
Un relato significativo relacionado con el Señor de los Milagros es el de Sebastián Antuñano, de nacionalidad española, que estando próximo a la muerte, mentalizó al Señor de los Milagros y pidió con fervor que lo sanara, lo cual se cumplió. Por ello, en 1673, regresó a Lima y en 1684 dedicó su vida a cuidar la imagen hasta el año en que murió.
El 20 de octubre de 1687, hubo un nuevo terremoto, el cual tuvo fuertes réplicas. Como consecuencia, la mayoría de las casas sufrieron daños. El mar inundó la población y los muertos llegaron a más de 500; a pesar de eso, el muro mencionado permaneció firme, sin ninguna rajadura ni grieta. Antuñano, quien todavía vivía, aprovechó para hacer una copia de la imagen y llevó a cabo la primera procesión del Señor de los Milagros.
En octubre de 1746, hubo un terremoto más, que fue el más violento de todos y, nuevamente, las viviendas se inundaron, tanto así que la ciudad tuvo que ser reconstruida. La destrucción fue de toda Lima, en general, pero nuevamente, el Santo Cristo desafió a las fuerzas de la naturaleza, pues seguía en pie.
Las primeras maravillas y milagros obtenidos por medio de esta imagen fueron la conservación de la imagen, el intento fallido de borrarla, las curaciones atribuidas en distintas épocas y, por medio de los donativos del salón de la iglesia, que dan testimonio de los favores que ha hecho el Señor de los Milagros. Finalmente, en la historia del Santo Cristo de los Milagros se mencionan curaciones que van desde tumores o ceguera, hasta la pérdida de parálisis de los miembros inferiores.